Algunos fulares rígidos, sean comprados o hechos caseros,
llegan a nuestras manos muy tiesos, ásperos o duros, lo cual los hace muy
difíciles de usar al principio. Esto se debe al tipo de fibras con las que
están tejidos, en especial puede sucedernos con algunos algodones con mezcla o
lino. En particular los que contienen un mayor porcentaje de lino traen sus
fibras muy unidas y rígidas. Esto hace que, a la hora de hacer los primeros
nudos, la tela no deslice bien y nos dificulta el ajuste punto por punto. Las
fibras deben abrirse y romperse para lograr flexibilidad y maleabilidad. ¡A no
desanimarse! Podemos ablandarlos y dejarlos bien manejables, con algunos
simples procedimientos.
Aquí te los contamos:
1) Darle varios lavados en el lavarropas, dejarlo en remojo
todo un día (ojo con las telas teñidas). Colgarlo de alguna puerta para secar.
Si lo secamos al aire libre, preferentemente a la sombra.
2) Planchar con vapor, si la tela está aún un poco húmeda,
mejor.
3) Usarlo de hamaca, en una mesa, por ejemplo. Ponerle peso
como si fuera una bolsa, atarlo a un punto fijo y tirar de él. (Por favor, mucho cuidado al realizar estas actividades)
4) Dormirle encima, sentarse encima, usarlo como funda de
sillón, doblarlo y desdoblarlo varias veces al día.
5) Trenzarlo o enroscarlo como cuando estrujamos un trapo
(no dejarlo guardado de este modo durante mucho tiempo)
6) Envolverse en el fular. Ideal para andar por la casa en
los días más fríos del año.
7) Usarlo y usarlo, mucho. Practicar nudos, con niños/as grandes, bebés o muñeco de juguete (si es posible que sea pesadito, mejor),
ajustarlo bien.
(Fotos de Pinterest y propias)
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